Es
lo más sencillo
pararse
a mirar
sin
ver,
ponerse
a pensar
sin
sentir,
ponerse
a decir
a
todo sí.
Es
lo más sencillo
dejarse
llevar
por
huracanes,
por
golpes de suerte,
por
los fríos destinos,
por
palabras fáciles,
por
los golpes de la vida
que
tanto amamos.
Que
bonito es sentir
el
huracán
sin
saber que nos arrastra,
sin
tener ni idea
que
no es amor
eso,
lo
que nos avergüenza,
lo
que nos da miedo,
lo
que nos amedrenta,
lo
que excusamos
sin
cabeza, sin amor propio.
Lo
que perdonamos
y
nunca debería ser perdonado.
Que
fácil lo pones
con
tus palabras bonitas,
con
esa altivez que me deslumbra
¡te
ves tan grande!
Que
fácil lo pones
poniéndome
en mi sitio
con
las caricias que suenan
como
golpes de viento,
como
portazos,
como
objetos que caen al suelo.
Que
fácil es quererte
con
mil colores en mi cara,
en
mi alma, en mi cuerpo.
En
cada mil batallas
me
vences con tus silencios,
con
tus airadas palabras,
con
los tifones
y
con los terremotos
que
agitan la almohada.
Que
fácil es poner la otra mejilla,
que
difícil es quererse
sin
tener que bajar la vista.
Que
fácil que lo pones
cuando
veo noche siendo de día,
cuando
confundo los colores,
cuando
perdono tu idolatría.