El cielo cae en su frente, y las olas,
pintando suaves naranjas el piélago,
dibujándole brisa y caracolas.
Así del agua nace su
archipiélago.
Llega la noche y a nadie avisa, ella
se asienta y abre su bolso, y rebusca
entre las rimas del verso la mella
cerrando silencios en la burusca.
La espuma de sus dedos fija nubes
al firmamento, y en su grácil voz
mece algodones, dibuja querubes
y canta una dulce nana sovoz.
¿Qué más da que sea amor o locura?
Se que sin ti buceo en la acedura.