Se
deslizan calmas las velas
en
el sereno mar
y
lanzan las redes a sus olas.
Levita
la brisa,
y
el eco
de
la caracola se mezcla
con
las primeras luces
del
día que irrumpe entre espuma
y
arena como un manto de granito
que
se aferra a la lenta existencia.
Encerrado
en la bóveda
pesa
esta ingenuidad que se ahoga
como
el mar en la orilla.
Temo
dejar de respirar
y
partir como la nao
que
hundida encontró en la sima su puerto.
Se
desliza el tiempo como un susurro
y
mis dedos amarran el aire
como
una vanidad que se esfuma.
Enciendo
el último cigarro
y
lejos la mesana guía mi destino.
Un precioso poema Joan, me alegra enormemente volver a leerte. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Marina. Un abrazo.
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